Desde el sábado 27 de febrero, después de las 03:47 am

Después de casi 3 días de aquel momento que sacudió todo, pero TODO, me he sentado para escribir lo que sentí y viví en ese instante.

La verdad es que cuando empezó el terremoto, me encontraba en Villa Alemana, estaba acostada, durmiendo con mi pololo, tranquila, disfrutando de esos escasos momentos de paz que tenemos cuando estamos juntos y solos. Se movió la cama, desperté bruscamente, tal como lo hago cuando tiembla... es que le tengo pánico a los temblores... seguía el remezón... le digo al Leo: tenemos la puerta cerrada... nos paramos ultra rápido y seguía moviéndose la casa... empecé a bajar las escaleras , tratando de hacerlo rápido, pero evitando caerme o pisar algunas de las cosas que caían de las paredes, mientras el Leo y sus padres ayudaban a su hermana y a su sobrina a bajar también. Sentía como caían las cosas en el segundo piso, como se caían las cosas de la bibioteca, como se rompía un vidrio... veía como se rompían los focos en las calles, como explotaban los generadores... sentía que no podía mantenerme en pie... ni ayudar a su otra hermana a hacerlo... sentía que, quizás era nuestro fin... intenté recurrir a Dios, pero mi memoria me falló, ¡no recordaba el Padre Nuestro!

Cuando ya no temblaba, cuando entramos a la casa, pensaba en mi familia que estaba en Santiago, en mis padres, mi hermano, mis tíos, primos y abuelos... marcaba, marcaba y no lograba contactarme... a eso de las 6 am, pude recién hablar con mi mamá, ¡qué alivio más grande de poder escuchar su voz!... La verdad es que mi única preocupación en ese momento, era saber de mi familia y mis amigos... sabía que me demoraría en saber de ellos, porque las líneas estaban colapsadas, no había luz, por tanto no había internet... sólo me quedaba esperar... ¡cómo entiendo a aquellas personas que aún no saben nada de sus seres queridos!... pero estaba tranquila, porque de alguna u otra manera sabía dentro de mí, que mi gente estaba bien, además a mi lado estaba mi pololo, por tanto sabía que mi otra mitad también estaba bien, y su familia también lo estaba... eso me tranquilizaba más aún.

Intentaba dormir, intentaba descansar, pero no podía, las réplicas, la sensación de que en algún momento el piso se movería otra vez y yo tendría que mantenerme en control para ser un aporte a la familia de mi pololo y no un estorbo. Miraba la luna, y la veía naranja, tan inusual a su color normal, la sentía tétrica, demostrando cuán poderosa es la naturaleza y cuán mediocres somos nosotros, los humanos.

Quería que amaneciera, quería ver el día... me angustiaba la oscuridad, no ver la luz... amaneció, seguíamos sin luz, sin electricidad, los teléfonos estaban colapsados... dormíamos a saltos, intentando descansar, pero no podíamos, porque sentiamos las réplicas... leíamos, conversábamos para intentar mantener la calma, escuchábamos radio a pilas, intentando seguir lo que sucedía en el resto del país, enterándonos y sintiendo la angustia de nuestro país. 

Ya era de noche, teníamos que dormir, no éramos capaces de dormir en el segundo piso, "acampamos" en la pieza de la abuela del Leo, durmiendo cuatro personas en una cama de dos plazas, esperando en cualquier momento otra réplica o, en el peor de los casos, otro terremoto. Durmiendo vestidos, listos para arrancar si era necesario.

Ya era domingo, seguíamos sin luz, llamé a mi casa para avisar que me irían a dejar el lunes o martes, para que estuvieran tranquilos y además, para saber de ellos... es que necesitaba verlos, abrazarlos, besarlos, sentir que efectivamente estaban bien... Llegó la luz, fue como si llegara la vida... conectamos celulares, encendimos televisores para saber del resto del país, y enterarnos que no sólo era terremoto, sino que en otros lugares también era maremoto... ¡cómo nos azotó la naturaleza!... intentábamos conectarnos a internet y saber de nuestras familias y amigos... ¡qué alegría y alivio saber que su mayoría estaba bien!

Ya han pasado dos días, siguen los muertos y desaparecidos... yo estoy en mi pieza, escribiendo y reflexionando sobre lo que aconteció... viendo de qué manera ayudar a mi país, desde mi realidad inmediata.

Rogando a Dios que se acuerde de nuestra limitada fuerza y que ayude a quienes más lo necesiten.
¡Ánimo y Fuerza, Chile Amado!

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