Cada Pedazo de mi Corazón

Existen tres hombres que me han marcado emocional y sentimentalmente. No han sido todos parejas, pero me han enseñado, sin que ellos lo sepan, lo que quiero y no quiero en un hombre a mi lado. El primero, me enseñó que no basta con que me quiera, con que me ame o haga todo lo que yo quiera para hacerme feliz. Necesito mirarlo y admirarlo, necesito sentir respeto por él, por quien es, por lo que hace o piensa. Necesito sentir orgullo por la persona que cada día crece en él, por la persona en la que se está convirtiendo. Sin eso, el amor se desvanece, y sólo se transforma en cariño y gratitud por todo lo que ha hecho y sentido por mí. Necesito sentir que si caigo, que si las fuerzas se desvanecen, la persona que esté a mi lado, va a ser suficientemente fuerte por los dos, para levantarme o apoyarme en mi caída, que ambos luchamos por un mismo fin codo a codo, que no soy yo quien sólo lucha y que el otro es arrastrado por mi esfuerzo, que el esfuerzo es compartido por igual. El segundo me

Necesito, de alguna manera, decir que te quiero, no de la manera que tú lo dices, sino de la manera que yo lo siento. Quiero abrazarte, quiero besarte, acariciar tu rostro, mirar tus ojos, acompañarte a donde sea que vayas. No quiero que te vayas, me duele pensarlo, pero no puedo ser tan egoísta de quererte aquí, sabiendo que no es lo que tú quieres.  Asumo que sabes lo que siento, no creo que no te hayas dado cuenta. Asumo que no dices nada porque sabes las consecuencias. Quiero creer que también me quieres, o como dices tú, me amas, porque querer es posesión. Es terrorífico darme cuenta que te veo, y me imagino con tus hijas/os, cuando jamás había pensado en eso. Es horrible darme cuenta que me iría contigo si quisieras, es horrible darme cuenta que quiero acompañarte a donde vayas, quiero ser tu amiga, tu amante, tu compañera, tu soporte, quiero ser esa persona que tu abuela te dijo que necesitabas. Quiero que me mires y veas todo lo que tengo para darte, quiero cocinarte, hacerte r