25 años

Hoy y mañana mis viejos cumplen 25 años de matrimonio... 25 años de cualquier aguante... pero, por sobretodo, 25 años de amor.

La verdad es que saber que es posible llegar a cumplir esa cantidad de años junto a una persona, me hace creer que yo también puedo lograrlo, aunque hoy en día eso sea tan absurdo como querer llegar virgen al matrimonio.

Mis viejos han pasado juntos de todo, penas, alegrías, llantos, felicidades máximas. También sé que han tenido duras peleas, pero ahí están, juntos, amándose.

Mi vieja me dijo un día que cuando ella se casó, se dijo a sí misma que iba a luchar por su matrimonio, que no se iba a rendir a la primera. Porque el vivir con cualquier persona es una lucha constante, es un dar y recibir, es un entregar algo y recibir algo a cambio. No es que el otro me acepte tal como soy, sino que cambiar ambos para hacer del matrimonio algo que se construye de 2. De nada sirve decir me tiene que aceptar tal como soy, porque uno también desea que el otro cambie.

Yo sé que ambos han transado, y que han cambiado mucho, y que la soberbia y el orgullo han sido dejados a un lado. Se apoyan el uno al otro, entre ellos no hay secretos, lo que sabe uno, lo sabe el otro.

Quienes conocen a mis papás saben cuánto se aman. Saben decirse las cosas sólo con una mirada, existe es complicidad que sólo los años dan.

Pero lo que más me impresiona, es esa claridad para decirse las cosas. Con absoluta sinceridad, pero con el máximo respeto. Sin ofender, sin decirse garabatos. Sin golpes.

Amo a mis viejos, y deseo yo también tener esa garra y esa fortaleza para afrontar una lucha así.
¡Felicidades papás! Uds. son mi ejemplo a seguir, son personas a las que más admiro.

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