Muchas veces me he preguntado por qué Papelucho y Harry Potter son mis libros favoritos. ¿Por qué estos libros y no otros? Es cierto que también me gustan mucho los de Jane Austen, pero si se trata de abstrarme de la realidad, de relajarme y olvidar mi alrededor son estos los elegidos.

Puedo leer una y otra vez a Papelucho y me seguiré riendo de las cosas que hace este pequeño niño. Seguiré disfrutando de su alma pura, tierna y sencilla, de sus ideas locas, de las ideas que sólo los/as niños/as pueden tener.

Harry Potter logra que sueñe con que en algún momento, no importa la edad, llegará una lechuza diciendo que he quedado seleccionada para ir a su escuela. Sueño con usar una varita, sueño con hacer magia, sueño con volar en una escoba, sueño con jugar quidditch, sueño con conocer a Hagrid... sueño con dormir en mi cama adoselada en mi torre del 7º piso.

Sueños... eso me lleva a amarlos tanto. A considerarlos parte de mí, a sentirlos parte de mi crecimiento.

En mi infancia crecí con Papelucho, en mi adolescencia con Harry Potter... y ahora, que creo ser adulta, crezco con Austen, disfrutando y anhelando sus paisajes, sus ambientes, sus fiestas, su cultura, las descripciones magníficas de hombres cultos, educados, distingidos, inteligentes. Mujeres astutas, inteligentes, dignas, amables...

¿Qué me tocará en mi vejez?... Probablemente soñar con ver a mis nietos/as, soñando como yo soné en su momento.

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