Ayer ocurrió algo que hace mucho tiempo deseaba. Escuché de tu voz que te gustaría haberlo intentado conmigo, que me has extrañado, que quieres saber de mí, que te preocupo. No pude evitar sentir pena y rabia contigo, no porque no sienta nada aún, sino porque no quiero volver a sufrir por ti. Te lo dije, tú no estuviste ahí para verme, para apoyarme, para confortarme cuando lloraba, cuando me creía morir de pena y dolor, cuando tenía que fingir que todo estaba bien, cuando me quedaba dormida y llorando, pensando en ti, rezándole a Dios para entender todo, para pedirle orientación, paz, ayuda en todo.
Quiero verte, mirarte a los ojos, y escuchar lo que tengas que decirme. Quiero ver si es efectivo todo lo que me dijiste, para ver si de verdad podemos tener algo juntos. Deseo que así sea, de verdad que sí, pero tengo miedo de equivocarme de nuevo y darme cuenta que, en realidad, fuiste un error en mi vida.
No quiero sufrir de nuevo, no quiero verme en la mierda otra vez y no ser capaz de reconocerme. 

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